Yoanka Penda lleva 10 años en el albergue y tiene que buscar el agua fuera porque su "vivienda adecuada" no está conectada a la red hidráulica. |
Fernando
Ravsberg
BBC
Mundo, La Habana http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/130917_cuba_mujeres_albergues_crisis_viviendas_lps.shtml
"La Granjita" es un refugio
temporal en La Habana donde vive desde hace años un grupo de mujeres. Su
situación ejemplifica el problema de vivienda, que el gobierno cubano reconoce
por primera vez.
"Nadie de Vivienda ha venido a saber
cómo quedo la obra". "En 10 años es la primera vez que los periodistas
se ocupan de los albergados". "Hace tres meses que terminaron la obra
y todavía no tenemos agua". "Todo ha sido cuento y mentiras".
"Vamos a vivir como sardinas".
Las albergadas de "La Granjita"
son amas de casa, jubiladas, maestras, estudiantes, trabajadoras de la salud o
traductoras de idiomas. Viven con sus familias en un antiguo hotel de parejas y
se quejan de la escasa atención que reciben de la Dirección de la Vivienda.
Por primera vez desde el inicio de la
Revolución, el gobierno cubano reconoció que el déficit nacional de viviendas
es de 600.000 unidades, y anunció que construirá apartamentos para los
albergados.
El gobierno quiso convertir el albergue en viviendas, pero los apartamentos carecen de agua corriente y ventilación. |
Nada más en La Habana este déficit se
estima en 28.000 para todos los que han perdido sus casas y viven en locales
provisionales. Lugares seguros, pero con lo mínimo.
En "La Granjita" ya empezaron las
obras pero los beneficiarios se quejan de que los trabajos quedan mal hechos,
hay robo de materiales, se construyen habitaciones sin ventilación,
apartamentos sin conexión de agua y se filtran los techos cuando llueve.
Una vivienda adecuada
"A mí se me quemó la casa y nos
quedamos en la calle, sobrevivimos gracias a los vecinos que nos dejaban
cocinar y bañarnos", le dice Yoanka Penda a BBC Mundo. Y agrega "fue
muy duro porque yo tenía 13 años y era madre de un niño pequeño".
La vida fue difícil para ella, después del
incendio levantó un rancho (vivienda precaria) de tablas y "el huracán
Michel me lo destruyó". Cuando su hijo se hizo un adolescente se pasó todo
el preuniversitario sin salir de la beca (un internado preuniversitario) los
fines de semana porque no tenía dónde ir.
El gobierno quiso convertir el albergue en viviendas, pero los apartamentos carecen de agua corriente y ventilación. |
Le dieron un cuarto de "La
Granjita" hace 10 años y en junio le entregaron un apartamento de dos
dormitorios pero "todavía no tenemos agua, las puertas se están
despegando, los techos se filtran, no tengo ventilación y dicen que es una
vivienda adecuada".
Asegura la mujer a BBC Mundo que
"tenemos una brigada trabajando y nadie de la (Dirección de la) Vivienda
viene a ver cómo van las obras. Por eso nunca quedan bien, las brigadas dejan
los trabajos por la mitad y se desaparecen los materiales".
"Cuentos y mentiras"
Falta de
inversión
La
inversión inmobiliaria es urgente, según el gobierno el 40% de las viviendas están
en regular o mal estado y el 85% de los edificios necesitan reparaciones.
Para
eliminar el déficit se necesitarían construir 60 mil viviendas al año y solo se
llega 16 mil.
María del Carmen Linares es la presidenta
del Comité de Defensa de la Revolución local. Nos cuenta que en "La
Granjita" viven unas 90 personas de 14 núcleos familiares. A pesar de su
cargo se muestra irritada con las autoridades de Vivienda.
"Aquí no hay agua, entra un chorrito,
no tenemos cisterna ni tanques ni motor. La gente de Vivienda en cada reunión
dice que va a arreglar el problema pero después todo sigue igual, nada se ha
hecho, todo ha sido cuento y mentiras".
Con Vivienda acordamos que se construirían
"14 apartamentos de uno, dos y tres cuartos pero ahora quieren hacer 17 de
dos cuartos y nosotros creemos que si hay núcleos de ocho personas no se les
puede dar sólo eso porque vamos a vivir como sardinas".
"No hay a quién dirigirnos ni tenemos
ningún control sobre los materiales de construcción", dice a BBC Mundo y
agrega que "nadie de Vivienda viene aquí para nada. La administradora
estuvo julio y agosto de licencia y ahora en septiembre tiene vacaciones".
Pan y agua con azúcar
Jaqueline Marcos Oviedo es maestra y lleva
ya tres años en el albergue, pero está sin la libreta de alimentos
subvencionados porque "cada vez que voy a ver a Juan Alberto Nachi nunca
se encuentra y ningún jefe de Vivienda del Cerro sabe su paradero".
"Fue
un trauma venir a un albergue dejando mi barrio, mis vecinos y mis amigos"
Marieta
Santana, residente en "La Granjita"
"Todas las semanas dejo de dar clases
para buscarlo porque necesito mi libreta para sacar los alimentos. Por eso a
veces me toca desayunar un pan solo y agua con azúcar" y agrega que
"cocino con una balita de gas que me prestan los vecinos o traigo la
comida de la escuela para mis hijos".
Marieta Santana tiene 23 años y es graduada
en la Universidad de inglés y francés. Para ella "fue un trauma venir a un
albergue dejando mi barrio, mis vecinos y mis amigos". Se queja porque la
falta de transporte le impide salir, "lo único que he aprendido aquí es a
estar dentro de mi casa".
Ella cree que "La Granjita"
podría mejorar, pero no sólo ampliando los apartamentos, "es necesario
asfaltar porque esto está lleno de hierbas que sólo trae ranas, ratas,
mosquitos y cucarachas. Cuando llueve se convierte en un pantano y no hay quién
entre".
"Es un desorden"
Muchas de las obras se dejan a mitad, como este
hueco para una cisterna, que
hoy puede ser una trampa mortal para los niños del albergue.
hueco para una cisterna, que
hoy puede ser una trampa mortal para los niños del albergue.
Dulce María Pérez es una jubilada que
trabajó 34 años como proyectista, ahora lleva 10 en el albergue, sin esperanzas
de recibir un apartamento porque cambiaron el proyecto, ya no está previsto
hacerlos de un cuarto y ella es una mujer sola.
Nos explica que "esto no avanza porque
se construye y luego se destruye lo hecho" por falta de planificación.
"Lo primero sería hacer un buen proyecto pero aquí empezaron la
construcción sin una idea general para los albañales, para la luz o para el agua".
"Lo que hacen es un desorden pero no
me preocupa porque yo he podido vivir aquí sin fregadero, sin lavadero, sin
lavamanos, fregando y botando el agua para la calle. Yo estoy infartada dos
veces desde que llegué aquí y no voy a coger más lucha".
En "La Granjita" están felices de
que al fin la prensa cubana se acuerde de ellos.
"Lo bueno que tiene esto es lo mal que
se está poniendo; hasta que las cosas no revientan no se hace nada", dice
Dulce María Pérez.