obesidad y que la población de menores ingresos es la que más sufre a edades cada vez más tempranas.
La obesidad está directamente relacionada con la aparición de otras enfermedades, por eso urge la aplicación
de políticas para la atención de la obesidad de forma integral.
Esta enfermedad impacta fuertemente la calidad de vida de las personas ya que repercute en tareas
cotidianas, autonomía y estado de ánimo debido al rechazo social.
4 de marzo de 2024. El aumento de la obesidad en el mundo continúa siendo un tema de preocupación
para los sistemas sanitarios y se considera una de las principales causas de las enfermedades no
transmisibles como el cáncer, afecciones cardiovasculares o respiratorias y diabetes.
La obesidad se define como el índice de masa corporal (IMC) superior a 30 kg/m2 y pasa a ser mórbida
cuando supera los 40 Kg/m2. Datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que
la obesidad entre los adultos se ha más que duplicado desde 1990, y se ha cuadruplicado entre los niños y
adolescentes.
Desde hace algunos años, las investigaciones farmacológicas se han orientado a encontrar fórmulas que
contribuyan al control del peso, a través de tratamientos indicados para aquellos pacientes que no logran
bajar de peso una vez que han cambiado sus hábitos de alimentación y ejercicio. Los criterios para la
aprobación de estos fármacos por parte de la FDA y la EMA se consideran exigentes, ya que contemplan la
obtención de resultados significativos y de largo plazo, mejoría en lípidos, glicemia, función cardiaca,
circunferencia abdominal y prevención de re ganancia.
Abordaje integral de la obesidad
Una visión holística de la obesidad es fundamental para poder tratar la enfermedad de una manera integral.
Victoria Brenes, Directora Ejecutiva de Fedefarma, indica que, aunque la terapia con fármacos para el
control del peso es una realidad, siempre la prevención será la manera más eficiente de evitar problemas de
salud. “La investigación de nuevos fármacos requiere de muchos años de investigación, mientras que la
obesidad crece de forma acelerada al punto de ser considerada una epidemia. Es necesario considerar la
importancia de tener hábitos saludables desde los primeros años de vida e integrar la prevención y control
de la obesidad en la atención primaria de los servicios sanitarios”.
La probabilidad de desarrollar obesidad por genética es del 40% al 70%. La falta de sueño, trastornos
mentales, medicamentos o la falta de acceso a profesionales sanitarios son parte de las raíces asociadas a
esta enfermedad.
Mauricio Barahona Cruz, médico especialista en nutriología clínica, insiste en la necesidad de hacer un
abordaje integral de la obesidad como enfermedad. “La obesidad es una enfermedad de origen
multifactorial. Están descritas más de 100 causas de obesidad y más de 1.000 interacciones entre ellas,
entre las que se cuentan factores metabólicos de la persona, el entorno, el ambiente, los hábitos, entre
otras. Es por eso que se aborda de forma individual, para valorar las condiciones de cada persona” indicó.
De acuerdo con Barahona, las moléculas más recientes aprobadas por la FDA tienen efectos en el control
del hambre, de la ansiedad y la absorción de grasa. Su uso es cada vez más frecuente para el manejo de la
obesidad, especialmente cuando existen enfermedades asociadas. No obstante, el doctor insistió en que los
medicamentos nunca serán un reemplazo de los hábitos saludables.
¿Qué acciones se pueden tomar para reducir la obesidad?
El impacto económico del sobrepeso y la obesidad, sin acción, costarán a la economía global más de $4
billones en ingresos potenciales al 2035. Existe desde el 2022 un Plan Mundial de la OMS para frenar la
obesidad con medidas que pueden adoptar los países, tales como:
Fomentar las prácticas saludables desde el primer día de vida y la lactancia materna.
Legislación sobre las prácticas perjudiciales de comercialización de alimentos y bebidas.
Políticas aplicables a la alimentación y la nutrición en las escuelas que incluyan, iniciativas para
regular la venta de productos ricos en grasas, sal y azúcares.
Políticas para fomentar la alimentación saludable.
Políticas sobre el etiquetado nutricional.
Campañas de sensibilización y formación para la población relativas al ejercicio y la alimentación
saludable y al trato respetuoso a los pacientes con obesidad.
En el plano individual, las personas pueden optar por:
Limitar la ingesta de grasa total y de azúcares.
Aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
Realizar una actividad física periódica (60 minutos diarios para los jóvenes y 150 minutos
semanales para los adultos).
Estas acciones deben ir acompañadas de un entorno que permita el acceso a alimentación saludable y a
espacios y entornos adecuados para ejercitarse periódicamente.
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