El proceso de expansión
capitalista ha establecido un orden económico y político en donde la concepción
actual del desarrollo considera el crecimiento económico como pilar central
para alcanzar la prosperidad.
Dicho crecimiento económico se
apoya en patrones de colonialismo para dar vía libre a la apropiación y la
explotación. Las jerarquías coloniales, patriarcales y capitalistas han
perpetuado el uso indiscriminado de los recursos naturales en los países del
hemisferio sur, externalizando la mano de obra de forma intensiva, subvalorada
y mal remunerada en función del sexo y/o la ubicación geográfica del individuo.
Bajo el monopolio del capitalismo, la población rural, negra, indígena y de
color (BIPOC, por sus siglas en inglés), y especialmente las mujeres, son
explotadas y privadas de derechos básicos y de protección social]. Esta vía de
desarrollo ha generado formas de opresión y discriminación que se entrecruzan,
obstaculizando así el objetivo de lograr una vida digna para todos los seres
vivos.