Hace ya un tiempo, un día, me detuve en la calle a comprar un coco para tomar su agua, el vendedor, una persona humilde que estaba en un triciclo, lleno de cocos, al verme me pregunta si yo era la persona que hace unos días le había comprado dos cocos. Le contesto que no y le digo que espero que me haya confundido con alguien que haya hecho algo bien. Al decirle eso me entrega el coco y me sonríe. Le pago, le agradezco y le digo: quédese con el cambio, feliz dia. Asombrado agradecí y me despedí nuevamente. Definitivamente el no sabe que la sonrisa que logró esa magia en mi fue la de él, se notaba la nobleza detrás de ella. No se imagina que logró un momento memorable que me alegró ese día y los siguientes. |